sábado, 29 de mayo de 2010

ROMPIENDO EL HIELO(venga arañas es hora de colgar nuestros tejidos)




SÍSIFO DESTERRADO

Tenía la boca reseca y la neblina polvorienta que envolvía la ciudad apenas le dejaba respirar; le enloquecía. Echaba un trago para refrescarse y comprobaba aterrado que hasta el agua tenía un tinte rojizo. Ni siquiera recordaba cuándo había empezado aquello. Sólo sabía que antes existía algo llamado primavera y también un otoño; los estados intermedios. En las noches de verano, intentaba evocar el frescor del viento después de una tormenta, el olor a romero y espliego; el vaho agradecido que exhalaban los montes y la visión de las aves y las flores. Se adormecía y solía soñar que bebía agua hasta hartarse. Así transcurrían esos seis meses, y el no dejaba de trabajar convencido de que acabaría consiguiéndolo. El invierno no era mucho mejor, la ciudad se transformaba entonces en un yermo donde parecía concentrarse la fuerza de todos los vientos. Era un frío seco que se colaba a través de las ropas junto con la arena y hacía crujir sus huesos. No, no recordaba cuándo pero sí sabía cómo. El desierto había cruzado el mar, lenta y pacientemente, durante meses. Aprovechaba las noches para ir asentando su reino. Las dunas se formaban una tras otra como olas inquietas y así fue avanzando hasta cubrirlo todo. Un día el paisaje había cambiado. Todos huyeron, menos él; no perdía la esperanza. Salía al amanecer a realizar su trabajo. Sembraba semillas y plantaba raquíticos esquejes que cuidaba en casa. Aprovechaba los días largos del verano cuando apenas corría el aire. No descansaba pues quería ganarle terreno al desierto. Al anochecer, se tumbaba exhausto y soñaba con el agua una vez más. Mientras él dormía el desierto abría la boca y sus fauces de arena deshacían el trabajo.
Con derechos reservados de autor. Copyright © 2010

3 comentarios:

  1. Me gusta. Más soledad. Soñar no es tan difícil, lo complicado es realizar. Veo a Sísifo perseverando y creyendo que el agua va a llegar.

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  2. Rosana,es muy,muy bueno; de esos que lees y relees por el puro placer de deleitarte. Mil gracias.

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  3. Hace tiempo no leía algo tan bello y terrible. No sé si felicitarte, o agradecerte, o las dos cosas. Lo que sí tengo clarísimo es que con razón eres nuestra reina.

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